Reacciones psicológicas adversas: Hoja informativa


Reacciones psicológicas adversas: Hoja informativa

Después del aborto

Reacciones psicológicas adversas: Hoja informativa

Introducción

El Proyecto Raquel ha sido creado para llegar a las mujeres que sienten dolor por la pérdida de un hijo a causa de un aborto, y para ofrecerles reconciliación y sanación. Se basa en los 26 años de experiencia que tiene la Iglesia Católica en aconsejar a mujeres que recurren a los programas del Proyecto Raquel, porque sufren a causa de sus abortos.

Los mensajes del Proyecto Raquel no hablan sobre esas mujeres ni por esas mujeres que han sentido solo alivio o satisfacción después del aborto. Pero pueden y sí reflejan, en sus propias palabras, a mujeres que han sufrido a causa de sus abortos.

Este acercamiento no se refiere al debate que existe en la literatura médica sobre si el aborto tiene o no consecuencias psicológicas predecibles y adversas para las mujeres. Al mismo tiempo, sería simplista creer que la visibilidad de los mensajes del Proyecto Raquel no causará algún debate sobre los efectos psicológicos del aborto. Por tanto, parece necesario decir algunas palabras sobre la investigación científica en esta área.

Vasta literatura sobre la respuesta posaborto

Hoy día existe una vasta y creciente literatura sobre el tema de las consecuencias psicológicas del aborto para las mujeres. La investigación existente sobre los efectos en la salud mental causados por el aborto pueden dividirse en dos categorías: (1) quienes argumentan que el aborto no causa problemas psicológicos y que las reacciones emocionales adversas por el aborto no son mayores después del aborto que del parto (ejemplo de esto es el Informe del Grupo de Trabajo de 2008 de la Asociación Estadounidense de Psicología); y (2) quienes argumentan que el aborto se asocia con importantes riesgos a la salud emocional para algunas mujeres y que estas mujeres pueden identificarse en gran parte por factores de riesgos conocidos.

Afortunadamente, la mayoría de los investigadores han tenido la mente abierta para buscar la verdad sobre el aborto y los problemas de salud mental. Por ejemplo, el análisis más grande y más definitivo acerca de los riesgos a la salud mental asociados con el aborto se publicó el 1ro de septiembre de 2011 en el prestigioso British Journal of Psychiatry (Coleman, PK, “Abortion and Mental Health: Quantitative Synthesis and Analysis of Research Published 1995-2009”, BJP 2011; 199:180-186). El metanálisis realizado por la Profesora Priscilla Coleman, PhD de Bowling Green State University, examina veintidós estudios importantes publicados entre 1995 y 2009 en los que participaron 877,181 mujeres, de las cuales 163,831 tuvieron abortos.

Teniendo en cuenta todos los problemas de salud mental estudiados, ansiedad, depresión, uso y abuso de alcohol, uso de marihuana y todas las conductas suicidas, a continuación se detallan los hallazgos de este riguroso análisis:

  • Las mujeres que tuvieron un aborto tienen un riesgo 81% mayor de sufrir problemas en la salud mental en comparación con las mujeres que no tuvieron un aborto.
  • Las mujeres que abortaron tienen un riesgo 138% mayor de sufrir problemas de salud mental en comparación con las mujeres que han dado a luz.
  • Las mujeres que abortaron tienen un riesgo 55% mayor de sufrir problemas de salud mental en comparación a las mujeres con un embarazo “no planificado” que dieron a luz.
  • Las mujeres con antecedentes de abortos tienen tasas superiores de ansiedad (34% mayor), depresión (37%), uso y abuso de alcohol (110%), uso de marihuana (230%) y comportamientos suicidas (155%), en comparación con quienes no tuvieron un aborto.

El metanálisis del Dr. Coleman excluyó estudios deficientes y potencialmente parciales al incluir solamente estudios que (1) fueron publicados en una revista revisada por profesionales, (2) tuvieron al menos 100 participantes en la muestra, (3) utilizaron grupos de comparación (por ej., mujeres con embarazos no planificados que dieron a luz, mujeres embarazadas que dieron a luz y mujeres que no habían tenido un aborto), (4) midieron uno o más resultados de salud mental, tales como depresión, abuso de drogas o conducta suicida, y (5) controlado por otras variables, tales como antecedentes de problemas de salud mental o exposición a la violencia.

Anteriormente, Coleman, Coyle, Shuping y Rue (2009) analizaron los datos sobre el aborto y la salud mental de la Encuesta nacional de enfermedades concomitantes en Estados Unidos. Se descubrió que el aborto contribuía a un riesgo sumamente mayor de PTSD (Desorden por estrés postraumático), trastorno de pánico, dependencia de drogas y abuso de alcohol, y depresión grave. Además, informaron que el aborto contribuyó a más problemas de salud mental en comparación a quienes sufrieron una historia de maltrato en la infancia (abuso sexual, abuso físico y abandono) y abuso físico en la adultez. Un estudio de 2010 realizado por investigadores canadienses (Mota NP et al., “Associations between abortion, mental disorders, and suicidal behaviour in a nationally representative sample”, Canadian Journal of Psychiatry 2010; 55: 239–47), publicado después del estudio de Coleman et al., (2009) llegó a conclusiones “sorprendentemente similares” respecto al mayor riesgo de problemas de salud mental que se asocian con el aborto.

Una larga historia de preocupación

Desde hace más de 60 años los investigadores reconocen la posibilidad de que el aborto pueda causar consecuencias psicológicas adversas a las mujeres. En una conferencia médica en 1942, el profesor de psiquiatría de la Universidad de Yale, Theodore Lidz, MD, informó lo siguiente:

“Por momentos, la culpa por un aborto arrastra a su red muchas culpas antiguas, lo que resulta en una depresión severa. En otros casos, la abrumadora culpa no puede manejarse y resulta en una proyección patológica. La asimilación inmediata de los traumas no garantiza una integración exitosa: en los años siguientes las nuevas culpas pueden volver a despertar la culpa latente, y se ven mujeres menopáusicas que sufren el tormento por un aborto realizado muchos años antes”.[1]

Ámbito internacional

Los investigadores académicos en numerosos países han investigados las reacciones psicológicas de las mujeres a causa de los abortos, y un gran número ha llevado a conclusiones muy similares. Sus estudios son directos, y sus conclusiones no están plagadas de lenguaje tormentoso sobre el posible uso político de sus hallazgos en el debate sobre el aborto.

Mayor uso de la psiquiatría: Un estudio canadiense descubrió que el 25% de las mujeres que habían abortado concurrió al psiquiatra en un período de 5 años, en comparación con 3% del grupo de control.[2]

En un estudio muy respetado de Dinamarca de “enlace de registros”, es decir un estudio que revisa los registros estatales de las historias médicas de toda la vida de las mujeres, los investigadores encontraron que la tasa de admisiones psiquiátricas dentro de los tres meses posteriores al fin de un embarazo fue 53% mayor entre las mujeres que habían abortado en comparación a las mujeres que dieron a luz a sus hijos.[3]

Suicidio: En uno de los estudios más completos de enlace de registros a la fecha, los investigadores en Finlandia examinaron las historias médicas de la vida de las mujeres y descubrieron que las mujeres que habían abortado tuvieron una tasa de suicido en el año posterior a su aborto tres veces mayor a todos las mujeres de edad reproductiva, y seis veces mayor que las mujeres que habían dado a luz. Los investigadores sacaron dos conclusiones posibles: ya sea que el aborto pone en riesgo la salud mental, o existen factores de riesgo común para el aborto y el suicidio.[4]

Un estudio galés posterior al estudio finlandés indicó que la explicación anterior es más posible. Observó los registros médicos de mujeres antes y después de sus abortos. No encontró ningún mayor riesgo de suicidio antes del aborto entre las mujeres que abortaron. Pero sí descubrió que la tasa de suicidio entre mujeres después de tener abortos inducidos se había duplicado en comparación con las mujeres que dieron a luz.[5]

Investigación que por lo general rechaza consecuencias negativas después del aborto: Incluso los investigadores más reacios a concluir que existe un gran dolor posaborto escriben que algunas mujeres tienen reacciones psicológicas severas después de los abortos. Parecen satisfechos de que los porcentajes de mujeres que sufren reacciones negativas son, por lo que dicen, menores al 50%. Sin embargo, considerando que durante casi 30 años se han realizado aproximadamente 1.1 a 1.6 millones de abortos en forma anual, un hallazgo de que casi un pequeño porcentaje de mujeres sufre reacciones posabortos severas representa miles de mujeres.[6]

Factores que indican mayor riesgo de reacciones adversas

Un consenso bastante sorprendente entre investigadores en lados opuestos de la cuestión psicológica, e investigadores de todo el mundo, se ha formado respecto de la pregunta sobre qué factores de riesgo probablemente predispongan a una mujer a sufrir consecuencias posaborto. Incluso una revisión superficial de la siguiente lista revela dos cosas notables: en primer lugar, es una lista bastante larga; y en segundo lugar, muchas de las categorías describen potencialmente enormes cantidades de mujeres que tienen abortos en Estados Unidos:

Juventud.[7] Dieciocho por ciento de todos los abortos en Estados Unidos lo tienen las adolescentes.[8]

Abortos múltiples .[9] En Estados Unidos, 47% de todos los abortos son abortos repetidos. El 19% de las pacientes que abortan han tenido tres o más abortos.[10]

Ser divorciada, separada o viuda al momento del aborto.[11]

Indicaciones médicas o genéticas (o según otro investigador, un embarazo “valioso o deseado” resultó mal).[12] En los Estados Unidos, cerca del 13% de las mujeres que tienen abortos (169,000 anualmente) nombra una anomalía fetal sospechada o confirmada (leve a severa) entre sus razones para abortar.[13]

Mujeres embarazadas y madres primerizas que han tenido un aborto anterior.[14]

Tener un motivo “complicado”, inclusive “abortos bajo presión”.[15] En Estados Unidos, el 20% de las pacientes que abortan dicen que tienen un aborto, en parte, porque su novio (14%) o sus padres (6%) así lo quieren.[16]

Tener conflictos con personas queridas[17] al momento del aborto, u otros hechos perturbadores de la vida. El cincuenta por ciento de las pacientes que tienen un aborto en EE. UU. dice que un motivo por el cual buscan abortar son los problemas de relaciones o miedo de ser padres solteros, y 31% dicen que tienen un aborto porque no quieren que los seres queridos sepan que están embarazadas o tienen sexo. Menos del 1.5% cita la violación o el incesto.[18]

Tener antecedentes de haber padecido violencia sexual.[19]

Abortos en el segundo trimestre.[20] Actualmente en Estados Unidos, aproximadamente 12% de los abortos por año tienen lugar en el segundo o tercer trimestre del embarazo.[21]

Los que están fuera de los valores normales de una mujer o de la moralidad.[22]

Asociación Estadounidense de Psiquiatría

Asociación Estadounidense de Psiquiatría Sin embargo, el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-IIIR)[23] de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría no reconoció oficialmente el “síndrome posaborto” ni reconoció el “síndrome de las mujeres golpeadas” ni el “síndrome de trauma por violación” que comúnmente se aceptan en la sociedad y en los tribunales. El DSM-IIIR sí menciona el aborto como un tipo de “estresante psicológico” que puede producir desorden de estrés postraumático. En una edición más reciente (DSM-IV – 1994), se removió el aborto.

Fallas comunes en métodos de investigación que subestiman las cantidades de mujeres afectadas negativamente

Muchos investigadores, incluidos los que están en bandos opuestos respecto al tema del daño psicológico, han expresado metodologías de investigación viciadas que posiblemente subestiman la cantidad de mujeres que sufren reacciones adversas al aborto. Algunas de estas metodologías viciadas son las siguientes:

Al no informar el hecho de que, cuando se pregunta en una encuesta si tuvieron o no un aborto, hasta el 50% de las mujeres que tuvieron abortos, no admiten haberlo tenido.[24] Esta negación puede indicar en sí misma una respuesta psicológica adversa al aborto, sin embargo estas mujeres no están contadas en los estudios. Sin embargo, en una encuesta, que no pedía a los participantes contestar preguntas personales sobre el aborto, el 67% de las mujeres y el 55% de los hombres de 18 a 29 años de edad eligieron “participar en un aborto”, como la situación número uno que haría sentir a una persona “mal sobre sí misma”[25]

Seguir el estado psicológico de las mujeres durante un lapso corto después de sus abortos también constituye un defecto metodológico grave.[26] A menudo los investigadores intentan medir el estado mental de las mujeres muy pronto después del aborto, y no posteriormente. Inmediatamente después del aborto, las mujeres con regularidad reportan estar aliviadas. Pero pruebas empíricas indican que este alivio “se desvanece” en los meses y años siguientes.[27] Also, overwhelming anecdotal evidence from post-abortion counseling programs reveals that many women seek help for their suffering 5-12 years after their abortion.

Una tasa alta “de deserción” (50% es común) de mujeres entre el momento que se les pregunta por primera vez sobre su reacción al aborto, y una segunda o tercera vez semanas o meses después. Asimismo, estudios demuestran que las mujeres con más probabilidades de desertar son aquellas con más posibilidades de experimentar reacciones adversas a sus abortos.[28]

Problemas de discordancia de tiempos. Ninguna encuesta que pregunta sobre el estado emocional de una mujer en cierto punto de tiempo puede alegar con certeza que la mujer continuará sobrellevándolo en un tiempo futuro, o que no estuvo afligida en el pasado.

Utilizar medidas sin sentido del bienestar después del aborto es otro ejemplo de la investigación que es gravemente deficiente. Un buen ejemplo: en un estudio, Nancy Russo, Ph.D., midió el “bienestar” únicamente por la autoestima que la mujer reportó.[29] La presencia o ausencia de autoestima no contribuye en absoluto a la pregunta de si el aborto se asocia con riesgos importantes a la salud mental. Russo reportó altas tasas de autoestima después de un aborto, versus dos o más. La alta autoestima se puede asociar con desórdenes de personalidad narcisista, que ha sido un foco de preocupación en la consejería posaborto.[30]

Conclusión

El aborto es la cirugía que se realiza más comúnmente en mujeres en Estados Unidos. Durante décadas, la tasa de aborto de nuestra nación ha fluctuado entre 1 a 1.6 millones de abortos en forma anual. Si incluso un pequeño porcentaje de estas mujeres sufren, ya sea al nivel de aflicción psicológica extrema o con un dolor menos traumático, dolor espiritual y disfunción familiar, una enorme cantidad de mujeres se ven afectadas.

Esta es la experiencia de la Iglesia Católica en Estados Unidos. Durante más de 25 años, hemos aconsejado a mujeres y hombres que buscan consuelo después del aborto. También es la experiencia que se refleja en muchísimos sitios digitales donde mujeres comparten sus relatos sobre el aborto. Fue la reacción del ex director general de Salud Pública Koop, a la declaración inexacta de su revisión de 1989 de la literatura posaborto. En una conversación posterior dijo: “En lugar de decir que ‘no pude encontrar pruebas suficientes para emitir un reporto científica y estadísticamente preciso sobre si el aborto causó o no un daño predecible en las mujeres’, se dijo erróneamente que yo decía que ‘no pude encontrar pruebas, del trauma posaborto”. Pero continuó, “sé que [el aborto] tiene efectos negativos. He aconsejado a mujeres con este problema durante los últimos 15 años. No hay duda sobre esto”.[31]

Estudios importantes revisados por profesionales que se incluyen en el metanálisis de PK Coleman de 2011

Coleman PK, Reardon DC, Strahan TS, Cougle JR. The psychology of abortion: a review and suggestions for future research. Psychol Health 2005; 20: 237–71.

Coleman PK, Coyle CT, Shuping M, Rue VM. Induced abortion and anxiety, mood, and substance: abuse disorders: isolating the effects of abortion in the National Comorbidity Survey. J Psychiatr Res 2009; 43: 770–6 & Corrigendum 2011, 45:1133-1134.

Dingle K, Alati R, Clavarino A, Najman JM, Williams GM. Pregnancy loss and psychiatric disorders in young women: an Australian birth cohort study. Br J Psychiatry 2008; 193: 455–60.

Fergusson DM, Horwood LJ, Boden JM. Abortion and mental health disorders: evidence from a 30-year longitudinal study. Br J Psychiatry 2008; 193: 444–51.

Pedersen W. Childbirth, abortion and subsequent substance use in young women: a population-based longitudinal study. Addiction 2007; 102: 1971–8.

Coleman PK, Reardon DC, Cougle J. Substance use among pregnant women in the context of previous reproductive loss and desire for current pregnancy. Br J Health Psychol 2005; 10: 255–68.

Steinberg JR, Russo NF. Abortion and anxiety: what’s the relationship? Soc Sci Med 2008; 67: 238–52.

Coleman PK, Maxey DC, Spence M, Nixon C. The choice to abort among mothers living under ecologically deprived conditions: predictors and consequences. Int J Ment Health Addiction 2009; 7: 405–22.

Coleman PK, Reardon DC, Rue V, Cougle J. History of induced abortion in relation to substance use during subsequent pregnancies carried to term. Am J Obstet Gynecol 2002; 187: 1673–8.

Coleman PK, Reardon DC, Rue V, Cougle J. State-funded abortions vs. deliveries: a comparison of outpatient mental health claims over four years. Am J Orthopsychiatry 2002; 72: 141–52.

Cougle J, Reardon DC, Coleman PK. Depression associated with abortion and childbirth: a long-term analysis of the NLSY cohort. Med Sci Monit 2003; 9: CR105–12.

Cougle J, Reardon DC, Coleman PK, Rue VM. Generalized anxiety associated with unintended pregnancy: a cohort study of the 1995 National Survey of Family Growth. J Anxiety Disord 2005; 19: 137–42.

Gilchrist AC, Hannaford PC, Frank P, Kay CR. Termination of pregnancy and psychiatric morbidity. Br J Psychiatry 1995; 167: 243–8.

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Reardon DC, Cougle J. Depression and unintended pregnancy in the National Longitudinal Survey of Youth: a cohort study. BMJ 2002; 324: 151–2.

Reardon DC, Cougle J, Ney PG, Scheuren F, Coleman PK, Strahan TW. Deaths associated with delivery and abortion among California Medicaid patients: a record linkage study. South Med J 2002; 95: 834–41.

Reardon DC, Cougle J, Rue VM, Shuping M, Coleman PK, Ney PG. Psychiatric admissions of low-income women following abortion and childbirth. CMAJ 2003; 168: 1253–6.

Reardon DC, Coleman PK, Cougle J. Substance use associated with prior history of abortion and unintended birth: a national cross sectional cohort study. Am J Drug Alcohol Abuse 2004; 26: 369–83.

Rees DI, Sabia JJ. The relationship between abortion and depression: new evidence from the Fragile Families and Child Wellbeing Study. Med Sci Monit 2007; 13: 430–6.

Schmiege S, Russo NF. Depression and unwanted first pregnancy: longitudinal cohort study. BMJ 2005; 331: 1303.

Taft AJ, Watson LF. Depression and termination of pregnancy (induced abortion) in a national cohort of young Australian women: the confounding effect of women’s experience of violence. BMC Public Health 2008; 8: 75.

Notas

[1] “The Abortion Problem: The Proceedings of the Conference of the National Committee on Maternal Health, Inc., at the New York Academy of Medicine”.

[2] Badgley et al., Report of the Committee on the Operation of the Abortion Law, Ottawa: Supply and Services, 1977: 313-21.

[3] David et al., “Postpartum and Postabortion Psychotic Reactions”, Family Planning Perspectives, 13: 2 (1981) 88-91, 89.

[4] Gissler M et al. , “Suicides after Pregnancy in Finland, 1987-94; Register Linkage Study”, British Medical Journal, 1996; 313: 1431-34.

[5] Morgan et al., Letters, British Medical Journal, 1997; 314: 903. Otro estudio que apoya la anterior explicación fue publicada por L.G. Peppers, “Grief and Elective Abortion: Implications for the Counselor”, in Disenfranchised Grief: Recognizing Hidden Sorrow, ed. Kenneth J. Doka, Lexington Books: Lanham, MD, 1989:135 (Mediciones del dolor de las mismas mujeres antes y después del aborto mostraron que grupos de mujeres significativamente diferentes sufrieron altos puntajes de reacción de dolor en los dos momentos.)

[6] Un investigador, citado con frecuencia por los que defienden el aborto legal como que determina de manera concluyente la ausencia de dolor significativo posaborto, descubrió lo siguiente: dos años después del aborto, 19% por ciento de mujeres (esto significaría anualmente 260,000 mujeres en los Estados Unidos) reportó que no lo harían nuevamente; 12% más estaban indecisas. Cuando se les preguntó de si su decisión fue correcta o mala dos años después, 16% (208,000) dijo que fue una decisión “mala”. Este mismo investigador descubrió que el 1% (10,000 mujeres por año) sufre síntomas que reúnen la definición clínica de síndrome de estrés postraumático. Brenda Major, Ph.D. “Beyond Choice: Myths and Facts about Adjustment to Abortion”, 9 de octubre de 1997, Conferencia de California Wellness Foundation, University of California Wellness Lecture Series:1-34.

[7] Gary B. Melton, ed. “Report of the Interdivisional Committee on Adolescent Abortion”, American Psychiatric Association, 1986: 84 (En promedio, las adolescentes tienen más repuestas negativas después del aborto que las personas adultas); Campbell et al., “Abortion in Adolescence”, Adolescence, 1988; 23(92): 813; Major, “Beyond Choice”: 23, nota 6 arriba.

[8] Jones RK, Finer LB and Singh S, Characteristics of U.S. Abortion Patients, 2008, New York: Guttmacher Institute, 2010; www.guttmacher.org/pubs/US-Abortion-Patients.pdf; visita el 20 de octubre de 2011.

[9] Franco et al., “Psychological profile of dysphoric women postabortion”, Journal of the Amer. Med. Women’s Assn.,1989; 44(4):113; Somers, “Risk of Admission to Psychiatric Institutions among Danish Women who Experienced Induced Abortion: An Analysis on National Record Linkage”, Dissertation Abstracts International, Public Health 2621-B, Order No. 7926066 (incidencia de hospitalización psiquiáatrica aumentada en relación directa a la cantidad de abortos que tuvo); Freeman, et al., “Emotional Distress Patterns Among Women Having First or Repeat Abortions”, Obstetrics and Gynecology, 1980; 55(5): 630.

[10] Jones RK et al., Repeat Abortion in the United States, Guttmacher Institute, Nov. 2006. http://www.guttmacher.org/pubs/2006/11/21/or29.pdf; visita 20 de octubre de 2011. .

[11] Hedegaard et al., “Psychological Distress in Pregnancy and Preterm Delivery”, British Medical Journal; 307:234-38, 1993 (mujeres divorciadas, separadas y viudas que abortaron tuvieron tasas de admisiones psiquiátricas dentro de los 3 meses posteriores al aborto, 5 veces superiores a otras mujeres que tienen abortos); ver también David, et al., “Postpartum and Post-abortion Psychotic Reactions”, Family Planning Perspectives, 1981;13: 88-91.

[12] Buchegger, “Couple treatment following abortion in prenatal diagnosis”, Schweiz Med Wochenschr (Suiza), 127(3): 69-72, 1977 (las parejas sienten alivio a corto plazo pero requieren “consejería a largo plazo”); el dolor es similar al que aparece después del nacimiento de un bebé muerto); Chandler y Smith, “Prenatal screening and woman’s perception of infant disability: a Sophie’s Choice for every mother”, Nursing Inquiry (Australia), 5(2): 71-6, junio de 1998 (dolor y culpa posaborto, y crisis en el matrimonio ocurren después del aborto debido a los problemas detectados en la revisión prenatal); Ashton, “The Psychiatric Outcome of Induced Abortion”, British J. of Obstetrics and Gynecology, 1980; 1115-22.

[13] Finer et al., “Reasons U.S. Women Have Abortions: Quantitative & Qualitative Perspectives”, Perspectives on Sexual and Reproductive Health, 2005, 37(3):110–118; www.guttmacher.org/pubs/journals/3711005.pdf; visita 20 de octubre de 2011.

[14] Para las mujeres embarazadas y para las madres apenas después de dar a luz, el haber tenido un aborto es uno de los vaticinadores más significativos de la depresión clínica. Kitamura, et al., “Clinical and Psychosocial correlates of antenatal depression: a review”, Psychother Psychosom (Japón),1996; 65 (3): 117-23. Bergant, et al., “Prevalence of Depressive Disorders in Early Puerperium”, Gynakol Geburtshilfliche Rundsch (Austria), 1998; 38(4): 232-37; Bradley, “Abortion and Subsequent Pregnancy”, Canadian Journal of Psychiatry, 1984; 29:494.

[15] Nada Stotland, MD, Abortion: Facts and Feelings, American Psychiatric Press, Inc.: Washington D.C., 1998: 110.

[16] Finer et al., “Reasons U.S. Women Have Abortions: Quantitative & Qualitative Perspectives”, Perspectives on Sexual and Reproductive Health, 2005, 37(3):110–118; www.guttmacher.org/pubs/journals/3711005.pdf; visita 20 de octubre de 2011.

[17] Major, “Beyond Choice”, 24-24, nota 6 arriba.

[18] Finer et al., “Reasons U.S. Women Have Abortions: Quantitative & Qualitative Perspectives”, Perspectives on Sexual and Reproductive Health, 2005, 37(3):110–118.

[19] Las mujeres con antecedentes de abuso sexual tienden a tener una mayor aflicción antes, durante y después de sus abortos debido a la asociación entre el aborto y el abuso sexual. Zakus, “Adolescent Abortion Option”, Social Work in Health Care, 1987;12(4): 87; Makhorn, “Sexual Assault and Pregnancy”, en New Perspectives in Human Abortion, editores. Mall y Watts, University Publications of America: Washington, DC: 1981.

[20] Osofsky y Osofsky, et al., Mt. Sinai Journal of Med., 1975; 42: 456; Rooks y Cates, Jr., Family Planning Perspectives, 1977; 9: 276. Adler, David, Major, Roth y Russo, “Psychological Factors in Abortion, A Review, American Psychologist, 1992: 1194-1204.

[21] Guttmacher Institute, Facts on Induced Abortion in the United States, agosto de 2011; www.guttmacher.org/pubs/fb_induced_abortion.html; visita octubre de 2011.

[22] Adler, “Emotional Responses of Women Following their AbortionAmer. J. of Orthopsychiatry, 1975; 45:446-54. Major “Beyond Choice”: 23, nota 6 arriba.

[23] Washington, DC: American Psychiatric Assn.; 1987.

[24] Jones y Forrest, “Under reporting of Abortion in Surveys of U.S. Women: 1976-1988”, Demography, 1992; 29(1): 113-26.

[25] Adler, “The Curse of Self-Esteem”, Newsweek, 17 de febrero de 1992; 119:46-51.

[26] Major, “Beyond Choice”: 9, nota 6 arriba.

[27] Major, “Beyond Choice”:14, nota 6 arriba (Las reacciones positivas al aborto se desvanecieron a partir del período inmediatamente posterior al aborto, hasta dos años más tarde). Aunque el alivio fue siempre lo que sintió más de 50%; Kent et al., “Emotional Sequelae of Therapeutic Abortion: A Comparative Study”, presentado en la asamblea annual de la Asociación Canadiense de Psiquiatría de Saskatoon, septiembre de 1977; B. Raphael, The Anatomy of Bereavement, Libros básicos: NY; 1983: 238; Miller, et al., “Testing a Model of the Psychological Consequences of Abortion”, en The New Civil War. The Psychology, Culture and Politics of Abortion, editors. Beckman, et al., Asociación Estadounidense de Psicología: Washington, DC, 1998. (La culpa y la incertidumbre sobre la decisión aumentó de 2 semanas a 6-8 meses después del aborto. Investigación longitudinal posaborto recomendada desde 2-20 años).

[28] Soderberg H, “Selection Bias in a study on how women experienced induced abortion”, Eur J Obstet & Gynecol (Suecia), 1998; 77(1):67-70 (Treinta y tres por ciento de las mujeres que desertaron el estudio tenían características asociadas con mayor vulnerabilidad, enfermedad y mayor tasa de alumbramientos en los dos años posteriores); Adler, “Sample Attrition in Studies of Psycho-social Sequelae of Abortion: How great a problem”, Journal of Social Issues, 35, 100-10. (1979).

[29] Russo and Zierk, “Abortion, Childbearing, and Women’s Well-Being”, Professional Psychology: Research and Practice, 1992 vol. 23, No. 4: 269-280.

[30] D. Reardon, “The Complexity and Distortions of Post-Abortion Research”, publicado en www.esperanzaposaborto.org.

[31] Entrevista con el Instituto Rutherford, Primavera 1989.

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