Es normal llorar la pérdida de un embarazo, como también la pérdida de un hijo por un aborto. Puede crear un hueco en el corazón, un hueco tan profundo que a veces parece que nada puede llenar ese vacío.
Desde 1973, más de 65 millones de niños han sido destruidos por el aborto en Estados Unidos. Aunque algunas informan de un trauma relativamente menor después del aborto, para muchas, la experiencia es devastadora, causándoles un trauma emocional, psicológico y espiritual severo y de larga duración.
La evidencia de trauma posaborto ha sido verificada por psicólogos, consejeros profesionales, investigadores académicos y por aquellos que realizan en el ministerio posaborto. Sabemos, por ejemplo, que estas son algunas de las manifestaciones más frecuentes de mujeres que sufren a causa de un aborto:
- Baja autoestima
- Dolor (leve o profundo)
- Depresión algunas veces hasta el punto de tener pensamientos suicidas.
- Alejamiento y/o enajenación del compañero/esposo, de la familia y de los amigos.
- Entumecimiento, inhabilidad de sentir alegría de actividades que antes eran placenteras
- Aislamiento de los demás para evitar hablar del aborto
- Culpa y vergüenza
- Dificultad para concentrarse
- Ira profunda e inexorable hacia sí misma, hacia el padre del bebé o hacia otros que participaron en la decisión de abortar
- Problemas para dormir
- Pesadillas relacionadas con el aborto, escenas retrospectivas o “escuchar” a un bebé que llora
- Dependencia del alcohol y drogas usadas para “ahogar la pena”
- Deseo de un bebé como “reemplazo”
- Reacciones de tristeza o depresión en la fecha del aniversario del aborto o de la fecha de parto esperada.
- Problemas para establecer vínculos afectivos con sus otros hijos (siendo sobreprotectora, emocionalmente distante, inasequible o abusiva)
- Temor de que Dios la castigará, o la está castigando
Algunas, especialmente las jóvenes, experimentan síntomas poco después del aborto. Los consejeros nos dicen, sin embargo, que es más común que los síntomas surjan entre cinco a doce años después del aborto antes de que una mujer busca ayuda.
Las secuelas del aborto sigue siendo ignoradas por el público en general. Los grupos organizados para proteger la disponibilidad de aborto pretenden que no es diferente a cualquier procedimiento quirúrgico y que los grupos pro-vida se han inventado la existencia del sufrimiento posaborto. En consecuencia, muchas mujeres piensan que sus reacciones de angustia son anormales y creen que no hay nadie a quien acudir para pedir ayuda.
Muchas mujeres que han caminado un camino de dolor y desesperación después de un aborto, generalmente solas, eventualmente empiezan a entender que tienen una herida espiritual profunda. Pero, lamentablemente, también son propensas a creer que han cometido un “pecado imperdonable” y temen la ira de Dios.
Las mujeres que han tenido un aborto a menudo tienen muchas preguntas, y las respuestas son indispensables para iniciar el viaje de sanación. ¿Puede Dios perdonarme? ¿Puede mi hijo perdonarme? ¿Puedo volver a perdonarme a mí misma? ¿Permitirá la Iglesia que me quede cuando confiese mi pecado? ¿Desaparecerá este horrible dolor alguna vez? Es posible la sanación?
La respuesta a todas estas preguntas es, por supuesto, ¡SÍ!