Después del aborto


Después del aborto

Después del aborto

Después del aborto

Paula Vandegaer, LCSW

Karen tiene 23 años. Terminó la universidad el año pasado y consiguió el trabajo de sus sueños en artes gráficas. El trabajo es creativo e implica muchos desafíos. Karen es bonita y tiene muchos amigos, y en el trabajo con frecuencia la incluyen en el círculo de fiestas. Debería estar feliz y entusiasmada. Después de todo, su vida está comenzando justamente como lo planeó cuidadosamente. Pero en cambio, se siente muerta y apagada por dentro. Mantiene su empleo, pero no le da la alegría que creía que le iba a dar. Se siente distante de sus recompensas. No se siente tan creativa como antes, ni comprende el oscuro y distante dolor que siente a pesar de sus logros.

Karen tuvo un aborto cuando estaba en la universidad. Creía tener una relación seria comprometida con su novio, pero cuando le dijo que estaba embarazada,  se mostró muy descontento con la noticia. Le dijo que la decisión dependía de ella, pero si ella quería abortar, él lo pagaría. Ella sintió su falta de compromiso para con ella y su bebé y decidió abortar. Dos de sus compañeras de cuarto habían abortado, y parecían estar bien después del aborto. ¿Qué es lo que hizo mal que se siente tan deprimida por el aborto?

La historia de Karen se repite día a día en universidades y escuelas secundarias del país. Desde 1973 cuando la resolución de Roe v. Wade legalizó el aborto, se estima que treinta y cinco millones de mujeres en Estados Unidos han tenido uno o más abortos. Estas eran mujeres que se sentían desafiadas y estresadas a causa de las circunstancias que rodeaban el embarazo, y las personas en las que normalmente recurrirían para pedirles apoyo en circunstancias difíciles no podían, no querían o no estaban disponibles para ayudar con un embarazo en crisis. Novios, incluso esposos, decían que no estaban ‘preparados para ser padres’. Una mujer que no tiene el apoyo y la aprobación gustosa del padre para ayudar a criar al hijo tiene más probabilidades de elegir el aborto.

La sociedad les dice a las mujeres jóvenes como Karen que el aborto resolverá su problema. No dice nada sobre los problemas que origina el aborto. Los defensores del aborto aseguran que es un procedimiento simple sin un impacto duradero. Y las mujeres que saben más, no hablan, ciertamente no en forma pública, sobre cómo el aborto empeoró su vida. Se sienten avergonzadas sobre el aborto y sobre su incapacidad de ‘simplemente tratarlo como tal’ como creen que otras mujeres lo hacen. Entonces la desilusión continúa.

Pero si la sociedad niega la pérdida que es para la madre, su cuerpo no. Dios prepara a una mujer psicológica y físicamente para la maternidad. Cuando una mujer está embarazada, se siente diferente. A los pocos días de la concepción, incluso antes que el pequeño embrión se haya anidado en la pared uterina, una hormona denominada ‘factor temprano de embarazo’ se encuentra en el torrente sanguíneo, alertando a las células del cuerpo que hay un embarazo. Su cuerpo ahora puede desear diferentes alimentos, tal vez necesite más descanso. Nuevas células comienzan a crecer en sus senos, células que madurarán y secretarán leche formulada especialmente para las necesidades del recién nacido. Comienza a pensar en ‘bebé’. Nota a los bebés en la calle, en las tiendas, en la televisión. Tal vez sueñe con su bebé a la noche, y fantasee sobre su bebé durante el día. ¿Qué nombre le pondré? ¿A quién se parecerá?

Pero si quiere someterse a un aborto debe tratar de detener este proceso. Debe negar los sentimientos maternales que entran en su conciencia. Debe creer que lo que está dentro suyo no es completamente un bebé. Debe detener el proceso de pensar sobre su bebé como ‘su bebé’.

Pero aunque su cuerpo diga una cosa, su vida emocional y las células de su cuerpo dicen otra. Si se hace el aborto, las mismas células de su cuerpo recuerdan el embarazo y saben que el proceso de cambio que tenía lugar se detuvo de una manera no natural. Su cuerpo y sus emociones le dicen que es una madre que ha perdido un hijo. Y entonces no sorprende que después del aborto, comience a surgir un dolor desde lo profundo de su corazón. Tiene que llorar una pérdida, pero no puede permitirse sentir la pena. Sentir dolor sería admitir que un niño fue asesinado en el aborto y que ella comparte la responsabilidad de la muerte de su hijo. Esta es una carga muy pesada de soportar, y por lo tanto, recurre a las negaciones con el fin de sobrevivir: niega la humanidad del bebé, ‘no era un bebé, entonces no tengo nada que llorar ni sentir culpa’, y niega su dolor emocional. ‘Me debería sentir okay con esto’, razona. ‘Todos se sienten así. No debo sentirme de esta manera ni pensar en el aborto’.

El aborto es una experiencia sumamente antinatural para el cuerpo de una mujer y su instinto maternal. Las reacciones negativas son de esperarse y no dependen de las creencias religiosas de una persona ni de la salud mental general. Es cierto que las mujeres y hombres con problemas psicológicos previos o con fuertes creencias religiosas son más vulnerables a sufrir problemas posaborto, pero hay repercusiones para todas las mujeres que participan en un aborto. En un estudio realizado por Anne Speckhard, Ph.D, el 85% de las mujeres declararon que se sorprendieron por la intensidad de su reacción emocional al aborto. Estas reacciones incluían incomodidad con niños, sentimientos de baja autoestima, culpa, sentimientos de enojo, depresión, dolor, aumento en el uso del alcohol, llanto, incapacidad de comunicarse y sentimientos suicidas. Sin embargo, el 72% de estas personas reportaron no tener ninguna afiliación religiosa identificable al momento del aborto.

Las reacciones posaborto son específicas e identificables. Se originan principalmente desde el problema de negación y supresión de sentimientos. Cuando suprimimos una de nuestras emociones, afecta a todas ellas. This is the basis of post-abortion trauma: the denial of the baby and the denial of our feelings. Esto origina síntomas de revivir, eludir y del dolor reprimido.

Revivir: El trauma del aborto se puede revivir de varias maneras. Algunas mujeres tienen recuerdos y escenas retrospectivas del aborto y sueños del niño no nacido. Algunas atraviesan por una intensa angustia ante personas o cosas que les hacen recordar el aborto, como ver mujeres embarazadas o pasar por una clínica de abortos. El intenso sufrimiento y depresión puede ocurrir en los aniversarios del aborto o de la fecha estimada de parto del bebé.

Se pueden dar muchos ejemplos de revivir. Muchas mujeres con las que he trabajado tienen dificultades para tener un examen cervical o para ir al hospital. Estos hechos les causan una ansiedad tal que no pueden tolerarlos. Muchas mujeres que conozco tienen pesadillas sobre el aborto o el bebé. Un estudio grande de Finlandia que examinó todos los suicidios entre mujeres en un período de ocho años descubrió que la tasa de suicidios en mujeres que tuvieron un aborto era tres veces superior a la tasa de la población general y casi seis veces superior a la tasa de mujeres que habían dado a luz.

Los centros de servicios pro vida para el embarazo en EE. UU. informan que muchas mujeres van a los centros embarazadas de nuevo en la fecha de aniversario del aborto o en la fecha del nacimiento del bebé abortado. Esto puede ser un intento de enfrentarse a la tristeza que tienen en estos días. Una encuesta a 83 mujeres que habían abortado realizada por Kathleen Franco, M.D. del Medical College de Ohio ilustra lo extendido que está el problema de las reacciones en los aniversarios. Treinta de las encuestadas tuvieron reacciones físicas o emocionales el día del aniversario del aborto o la fecha estimada de parto. Estos incluían problemas tales como pensamientos suicidas, dolores de cabeza, síntomas cardíacos, ansiedad, abuso de alcohol y drogas, o más abuso verbal hacia sus hijos.

Las mujeres también muestran síntomas de evasión. Estos incluyen evadir todo lo que esté asociado con el trauma del aborto o entumecer la sensibilidad que estaba presente antes del aborto. Esto incluye esfuerzos para evitar o negar pensamientos o sentimientos asociados con el aborto; esfuerzos para evitar actividades, situaciones o información que pueda hacerles recordar el aborto; incapacidad de recordar la experiencia del aborto o un aspecto importante de este. Otros síntomas importantes incluyen un muy reducido interés en actividades de importancia, sentimientos de desprendimiento o alejamiento de otras personas, abandono de relaciones o menos comunicación. Algunas mujeres han restringido el alcance del afecto, tal como la incapacidad de tener sentimientos de amor y cariño.

Karen, a la cual conocimos al principio de este artículo, es un ejemplo de los problemas causados por la evasión. Aunque tiene un buen trabajo y un estilo de vida feliz, al no permitir salir al consciente sus sentimientos de pena y culpa, no puede sentir todas sus emociones. Tiene que estar alerta para no pensar sobre su aborto. Como comúnmente sucede, muy poco después del aborto la relación con el novio terminó. Ya no podía relacionarse con él. Las mujeres que tuvieron un aborto se pueden agrupar de la siguiente manera: 1) las que sufren reacciones posaborto de forma aguda o crónica; y 2) las que no tienen problemas identificables ahora pero están en riesgo en un ‘tiempo de estrés’ en el futuro (como por ejemplo, un embarazo, crisis en la vida, muerte de un ser querido). Las reacciones pueden ser severas o leves y pueden variar durante la vida de una persona.

Tristemente muchas mujeres no buscan ayuda por los problemas relacionados con el aborto hasta cinco a doce años después del aborto. Mientras tanto, pueden sufrir profundamente ya que estos síntomas pueden volver a ocurrir de manera periódica. Se pueden intentar diversos métodos para manejar el dolor resultante: alcohol, drogas recetadas y drogas ilegales, promiscuidad, hiperactividad (adicción al trabajo), culparse a sí misma estando en una relación abusiva o desarrollando desórdenes en la alimentación, como por ejemplo. Otras pueden intentar reemplazar al hijo perdido quedando embarazadas nuevamente, y otras recrean el embarazo y el aborto, esperando hacer que la experiencia sea una rutina y no traumática (o para castigarse a sí mismas). Desgraciadamente, cada una de estas estrategias produce más dolor y problemas.

A veces las reacciones al aborto tardan mucho en manifestarse. Al madurar y tener la oportunidad de reflexionar sobre nuestra vida, lamentamos nuestras decisiones pasadas. A veces los consejeros se encuentran con mujeres mayores vencidas a causa del dolor por la pérdida de un hijo abortado que ocurrió muchas décadas atrás, un dolor que ha sido enterrado, más o menos con éxito, hasta ese momento. Una amiga hace poco me contó de una mujer de setenta y cinco años que conocía que sollozaba de forma incontrolable por un aborto ocurrido hacía más de cincuenta años. Nunca pudo tener otro hijo y enfrentaba la posibilidad de vivir su vejez en soledad.

Un poco más de un cuarto de las mujeres (de 15 años o más) en Estados Unidos ha tenido un aborto. Las mujeres, y todos los que participaron en la decisión de abortar, deben de creer, o tratan de creer, que no había una vida humana presente en el seno materno. Admitirlo es admitir complicidad en el asesinato de un ser humano inocente. Condenar el aborto significaría condenarse a sí mismos o condenar a la esposa, hija, hermana o amiga a quien aman. Y la sociedad se niega a reconocer los hechos indisputables sobre la vida humana antes del nacimiento.

Muchas personas cercanas a una mujer con un embarazo en crisis no se sienten cómodas con la decisión de abortar, pero no saben qué decir. Quieren apoyar y no juzgar, entonces dicen algo como: “Realmente estás en una mala situación y te apoyo en lo que decidas”. La respuesta útil y correcta sería: “No abortes. No te abandonaré. Juntos encontraremos una manera para que tengas a tu bebé”.

Una verdadera historia ilustra cómo el aborto daña a otras personas más allá del bebé y la madre. Joanne y Rob (no son sus nombres verdaderos) estaban casados y tenían hijos. Rob perdió su trabajo y rápidamente se estaban quedando sin ahorros cuando Joanne quedó embarazada y sintió que debería abortar. Rob reiteradamente le suplicaba que no lo hiciera. Joanne tenía sentimientos ambivalentes y decidió buscar el consejo de su madre, la cual era para ella una buena católica y alguien a quien admiraba.

La madre de Joanne la escuchó con consideración y con una voz compasiva dijo: ‘Comprendo lo que sientes y por qué quieres un aborto. En algunos de mis embarazos, pensé en abortar también, y puedo ver por qué sientes que tiene sentido en esta situación. Te apoyaré en lo que decidas’.

Joanne sintió que su madre le daba permiso para abortar y entonces lo llevó a cabo. Poco después, Rob consiguió un nuevo trabajo, su situación financiera mejoró, y Joanne sufrió una severa reacción de dolor, ansiedad y culpa que requirió asistencia psiquiátrica activa. Estaba muy enojada, no con su esposo que se oponía al aborto, sino con su madre, de quien esperaba que le dijera que no lo hiciera. El aborto afectó a toda la familia, la relación de matrimonio, a los otros hijos que sabían que abortaron a un hermano o hermana, su relación con su madre y con otros parientes que sabían o suponían. Rob se había sentido impotente, incapaz de proteger la vida de su hijo y sintió que Joanne había perdido la confianza en su capacidad de mantener a la familia. El aborto les enseñó a todos que su familia no era tan segura ni cercana como creían. Fueron capaces de permitir que un familiar fuera sacrificado antes de ayudarse unos a otros con un préstamo u otra ayuda. El aborto afectó la seguridad de la familia en forma más permanente que los problemas financieros lo hubieran hecho.

La Iglesia Católica desde hace tiempo reconoce el impacto del aborto en las mujeres y sus familias. Mientras la ley y la sociedad por lo general enfrentan los intereses de una madre contra los de su hijo por nacer, la Iglesia reconoce que sus mejores intereses están unidos. Lo que es mejor para el hijo es también lo mejor para la madre.

El Proyecto Raquel comenzó hace quince años como un programa de acercamiento de la Iglesia Católica a las mujeres, hombres y familias que habían sido afectados por el aborto. La Iglesia es un lugar de sanación. Dice la verdad sobre el aborto a hombres y mujeres que consideran realizarlo. ‘¡No lo hagas! Está mal y te va a lastimar a ti y al bebé’, pero también dice toda la verdad: ‘Si has abortado, la misericordia de Dios es lo suficientemente grande para perdonarlo, también”. Jesús ofrece perdón y sanación. Ofrece esperanza y la promesa de la resurrección y la reunión con el hijo que espera a sus padres en el cielo.

Las personas que llaman al Proyecto Raquel son remitidas a consejeros profesionales o a sacerdotes que han recibido una capacitación especial para proporcionar guía espiritual y el Sacramento de la Reconciliación. Pero básicamente cada uno en la Iglesia es parte del Proyecto Raquel. Cada uno es parte del ministerio de sanación de Cristo. Tal vez conozcas a alguien que crees que haya abortado. Nunca acuses ni enfrentes. Una palabra simple que toque su corazón y los saque del miedo y el aislamiento pueden comenzar el proceso de sanación.

Tal vez digas algo como: ‘Sabes, acabo de leer este artículo sobre el trauma posaborto. Decía que las mujeres y hombres que han pasado por un aborto pueden sufrir durante años con remordimiento, depresión, ansiedad, pesadillas y preocupación por la decisión tomada. Muchas veces creen que algo malo les pasa, pero en realidad están sufriendo el duelo de la pérdida de su hijo’. Puedes continuar explicando que la Iglesia tiene un ministerio, el Proyecto Raquel, como forma de sanación. Simplemente el dar a la gente esta clase de información puede ayudar. Reza para que finalmente hablen con alguien. En una ‘reflexión especial para las mujeres que han recurrido al aborto’ en el Evangelio de la Vida, el Papa Juan Pablo II explica como su vida puede transformarse mediante el ministerio de sanación de la Iglesia:

“Os daréis cuenta de que nada está perdido y podréis pedir perdón también a vuestro hijo que ahora vive en el Señor. Ayudadas por el consejo y la cercanía de personas amigas y competentes, podréis estar con vuestro doloroso testimonio entre los defensores más elocuentes del derecho de todos a la vida. Por medio de vuestro compromiso por la vida, coronado eventualmente con el nacimiento de nuevas criaturas y expresado con la acogida y la atención hacia quien está más necesitado de cercanía, seréis artífices de un nuevo modo de mirar la vida del hombre”.
El Evangelio de la Vida, 99c

La Hermana Paula Vandegaer es trabajadora social clínica certificada, directora ejecutiva de International Life Services y editora de la revista Living World

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